lunes, 9 de abril de 2012

Día diecinueve

En la noche que me envuelve
negra como un pozo insondable
doy gracias al dios que fuere
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias
no he gemido ni llorado,
ante las puñaladas del azar
si bien he sangrado,
jamas me he postrado.
Mas allá de este lugar de ira y llantos
acecha la oscuridad con su horror,
No obstante, la amenaza de los años
me halla y me hallará sin temor.
Ya no importa cuan recto haya sido el camino
ni cuantos castigos lleve a la espalda
soy el dueño de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley

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